Cómete la Región de Murcia
HEMOS CONOCIDO…
Restaurante Magoga
Alta cocina con pasión y producto de mercado
Han apostado por una gastronomía que evoca la trimilenaria historia de Cartagena
Datos de interés

Dirección

Dr. Vicente García Marcos, 5. Cartagena.

Horario

De martes a domingos de 13.30 a 15.30 h. Miércoles a sábado de 8.30 a 22.30 h. Cierra lunes.

Precio

Media con carta por persona 55 €. Menú sin bebida, 70 €. Menú con bebida, 105 €.

Teléfono de contacto

629 980 257 y 968 509 678

Desde el 29 de marzo de 2014 Magoga es un sinónimo de ‘saboramor’ en su máxima expresión, sabor obtenido en base al amor a una cocina de mercado en constante evolución, con productos autóctonos y de temporada a nivel de alta cocina y con un esmerado servicio de sala. Cada uno en su terreno, María Gómez García –Ma. Go. Ga– (Fuente Álamo, 1987) y Adrián De Marcos (Madrid, 1986), buscan la perfección y la complicidad en el ritual que establecen con sus clientes, con el único objetivo de hacerles vivir una auténtica experiencia en un recorrido gastronómico por el sabor, el olor y el amor a la historia de la trimilenaria ciudad de Cartagena.

María y Adrián abandonaron su tierra natal para formarse junto a los grandes maestros de la cocina contemporánea y lo que
comenzó siendo una modesta casa de comidas, hoy es uno de
los restaurantes más interesantes y de mayor proyección de la Región.

Con una sobria y elegante decoración, paredes grises, decoradas con artísticos bancos de doradas, mesas con doble mantel blanco y negro, una cuidadísima vajilla y una impresionante cristalería con todo tipo de copas diferenciadas para servir y disfrutar sus más de 350 referencias de especialísimos vinos de micro productores de todo el mundo, de más de 120 denominaciones de origen.

La gastronomía de Magoga y su ambiente simboliza la perfecta transición entre su vetusto pasado (escrito
por las conquistas de grandes civilizaciones de la historia antigua) y un futuro que apunta a que un día serán un auténtico punto de destino del turismo gastronómico que llega a nuestra Región.

El alma de la cocina de Magoga es María Gómez, nacida en Fuente Álamo (en la comarca del Campo de Cartagena). Desde niña supo que quería ser cocinera. Su vocación le llevó a formarse en la Escuela AIALA de Karlos Arguiñano en Zarautz (donde conoció a su compañero profesional y sentimental, Adrián de Marcos, formado también en Zuberoa, junto a Hilario Arbelaitz) y en el Basque Culinary Center de San Sebastián. Después, compartió cocina con sus mentores: Juan Mari Arzak y Ferran Adriá (en elBulli). Pero fue de la mano de Xabier Gutiérrez, uno de los investigadores del laboratorio de Arzak, donde abrazó la vanguardia y aprendió a perfeccionar sus técnicas. Ayudan a María y Adrián un profesional equipo de once trabajadores de la hostelería.

Su cocina se nutre de los fresquísimos pescados y mariscos de sus lonjas (como el mújol y el atún pescado en almadraba en la bahía de Mazarrón), de las variadas frutas y hortalizas que crecen a orillas del río Segura en la huerta murciana y de sus carnes (de cordero, cerdo y caza) que con frecuencia se incorporan a arroces y guisos tradicionales. Pero también de los productos únicos de la tierra, que María y Adrián adquieren en los mercados de abastos locales como el Mercado de Santa Florentina: arroz de Calasparra, mojama, huevas, salazones o el Aove de aceituna cuquillo, variedad reina de la Región de Murcia.

El amplio menú que :Pomarus pudo disfrutar

El resultado es una carta que varía cada tres meses al son de las temporadas, sorprendiendo al comensal con las nuevas y esmeradas creaciones que incluyen en su espectacular menú degustación (105 € con maridaje o 70 €, sin bebida) con los snacks de bienvenida como el crujiente de piel de chato murciano con caballa marinada.

Los guiños a la tradición murciana que se adivinan en las Flores de Novia (un postre típico del Campo de Cartagena) que María sirve como snack salado con sobrasada vegetal, de patata con miel y sal de pimentón),  su original y divertidísimo helado (un polo con su palo) con salsa de fresas a la brasa y aceite virgen extra ecológico hojiblanca de la almazara de Ortega; o en platos, como el tartar de langostinos del Mar Menor y crema de sus cabezas, con salsa picante y salsa de coliflor y pomelo; o la ensalada de salazones y cebolla asada que nos sirven en una réplica cerámica del submarino de Isaac Peral (maridada con el vino Alicante Tío Raimundo de Gutiérrez de la Vega). El festival continúa con el espárrago blanco ecológico de Tudela de Duero, cocido, escaldado y a la brasa con crema holandesa con avellana tostada y anguila ahumada, maridado con el espectacular vino alemán Robert Weil Riesling Kabinett 2016. El mar cartagenero está presente en su siguiente plato, el calamar de anzuelo del Puerto de Cartagena a la brasa y sus patitas rebozadas en harina de garbanzo con almendras marcona en láminas salteado con alcachofas y setas de temporada, además de espuma, aire de hinojo, con maridaje del vino La Sirvienta, de Jumilla. La montaña vuelve de nuevo en su plato de colmenillas (unas setas de primavera) a la crema, guisadas y salteadas con foie y Baileys con alcachofas a la brasa en dos texturas y salsa de ave, maridado con el vino del Bierzo, de Raúl Pérez, Los Arrotos del Pendón.  Continuamos con un sorprendente guiso de callos de bacalao con raya a la brasa con su torrezno, gratinado con mantequilla y crujiente con las espinas de la raya, sazonado con hojas de lima kaffir (maridado con el vino de Madeira Justino’s Verdelho envejecido 10 años) y para culminar con uno de sus platos estrella, que no encontraremos en más sitios, como el pichón de Bresse en su jugo (asado en una crema ligera de maíz y adornado con crujientes de maíz, cacao y royal de sus hígados). El vino elegido para tan especial plato es el Casa Castillo Vino de la Finca, 2016.

Pero el menú aún no ha terminado pues llega el momento en el que Adrián aparece con la espectacular estación de exclusivos quesos nacionales y de importación,  (con más sesenta variedades) del que nos ofrecerá una selección, maridada con vinos como el Fino Joven La Barajuela o o el Bacalhoa Setubal de Lisboa 2003, antes de llegar al primero de los postres: su piña en texturas, crema de vainilla y vinagre Gutiérrez de La Vega Monastrell 30 años; para continuar con su espectacular ‘Pasión de chocolate y algarroba’ con esponja de cacao, maridado con la sidra de hielo canadiense Neige, elaborada a partir de la mezcla de 30 distintas variedades de manzanas. Y para concluir con tres petit fours: nube de fruta de la pasión, roca de choco blanco con cereal y brownie helado de avellana.

Su carta incluye también otras propuestas de alto nivel disponibles todo el año, como el cochinillo, tartar de atún, el ceviche de corvina (marinado en el momento). Sin olvidar los arroces, melosos y secos, en los que se advierte la maestría adquirida por María tras su paso por La Bomba Bistrot de Madrid: de conejo y butifarra, de codorniz escocesa y hierbas aromáticas o de gamba roja y calamar.

ESPACIOS ÍNTIMOS DE ESPÍRITU MARINERO

“Intimidad, naturaleza y un punto de sofisticación”. Es lo que el estudio Valisse, especialista en crear atmósferas cálidas y confortables, ha querido transmitir a la hora de diseñar el interiorismo de este restaurante que se encuentra en constante evolución gastronómica y decorativa. El local se estructura en un comedor principal con una capacidad máxima de 40 comensales por servicio, un reservado (que puede adaptarse para reuniones y eventos privados) y un salón íntimo que acoge únicamente dos mesas. El hilo conductor de estos tres espacios es el omnipresente mar Mediterráneo, que se observa en los murales de bancos de peces y el papel pintado de piedras que visten las paredes, las gruesas cortinas de terciopelo en color arena y los peces gigantes de papel hechos a mano por la firma valenciana de diseño y escaparatismo Empaperart. La piedra también desempeña un papel importante (hay una gran piedra en cada una de las mesas), representando las sierras litorales de Cartagena y los vestigios del anfiteatro romano de la ciudad: grandes piezas recogidas por María en la playa de Mazarrón, “que transmiten tranquilidad al comensal”, constituyen los sobrios centros de mesa del restaurante. La acogedora puesta en escena se completa con una chimenea que preside la entrada, el mobiliario hecho a medida con materiales reciclados por Oxide Drum y otras piezas de artesanía en maderas claras y tonos neutros.

Además de su afán por recuperar recetas tradicionales, apuestan claramente por los productos kilómetro 0, organizan diferentes cenas con maridajes y en fechas señaladas, como pueda ser San Valentín, ofrecen sus originales cajas regalo de una experiencia gastronómica. También colaboran con la Universidad Politécnica para recuperar productos autóctonos como la hierba conejera o las collejas.